domingo, 27 de julio de 2008

PEREGRINACIÓN A TIERRA SANTA (3). NAZARET I


Nuestro primer día completo en Israel se inicia a las 6 de la mañana (en España, son las 5). El lago es un regalo para la vista desde la ventana. Azul intenso, la luz está ya muy fuerte, a pesar de lo aparente de la hora en el reloj. Uno diría que son como las diez de la mañana en Andalucía. La región de Galilea es algo más fresca que la costa mediterránea. Las lomas descienden entreveradas de roca y verde hasta el agua dulce. Mar de Galilea, lago Tiberíades. Las aguas que san Pedro y su hermano Andrés conocían tan bien. La orilla ha ido descendiendo desde entonces. Su agua se aprovecha en los regadíos del milagro israelí y están metro y medio más bajas que al principio del Estado de Israél (hace 60 años).
Pero el centro de nuestro peregrinar hoy está lejos del lago. Vamos a Nazaret, donde vivimos sobre todo una enorme experiencia de María. Su casa de doncella, su habitación, aún se reconocen en el centro de la enorme basílica de varios niveles dedicada a la Encarnación. Sin embargo, Nazaret población actual es una ciudad árabe, plagada de mezquitas, aunque muchos de los árabes que la habitan son cristianos. Los judíos viven en Nazaret Illit.
Algunos peregrinos más cuestionadores indagaban sobre la base de certeza de que aquellas ruinas pudieran ser de verdad la casa de María. Para ello hay que mirar no con fe, sino con razonar arqueológico: la tradición histórica se sustenta en que los judeocristianos de la época de José y María, los familiares nombrados varias veces en el Evangelio, transformaron sus viviendas en iglesias-sinagogales, y aún se conservan dos baptisterios del siglo I y II. Hay pruebas arqueológicas de que el poblado excavado y que se puede visitar corresponde a la época evangélica. Se pueden recorrer unos doscientos metros entre lo que fue la casa de María y la casa familiar de José, hoy están sobre sus restos las basílicas de la Encarnación y de san José. Entre medias, se conservan por debajo del nivel del suelo actual, como suele ocurrir cuando se excavan ciudades antiguas -recordad Córdoba o Sevilla- unas cuarenta casas, grutas, molinos, silos, hornos... en fin los restos propios de la época. Es impresionante comprobar la sencillez en que vivía María, y esa humildad nos estremece en la eucaristía que, por fin, celebramos comunitariamente. Justo a las 9 disponemos de una hora para contemplar el misterio de la Encarnación del Verbo de Dios, ante la misma habitación de piedra en que María oraba, "la Amada en el Amado transformada", en la experiencia mística más alta que ha tenido lugar en la historia de las religiones. Una sencilla muchacha llena de gracia responde sí a una petición del mismo Dios. Más tarde los peregrinos debatíamos si el ángel Gabriel había que interpretarlo literalmente o como una metáfora o algo simbólico. Yo, por mi parte, creo que la explicación más razonable es la que ofrece el propio Evangelio. Precisamente en este mismo mes de julio hemos estado en Fátima por segunda vez y se repiten algunos parámetros similares, aunque a un nivel más básico: los pastorcillos ven un ángel que les prepara para la visión de María, oyen sus palabras, que saben repetir cada uno por su lado. También se repiten la humildad orante, la disponibilidad en la respuesta afirmativa, a pesar del sufrimiento posible... Así que tengo la certeza razonada y la certeza en la fe de que María, haciendo oración en aquella misma casa, a solas en su habitación, consintió en que en su vientre virgen se encarnara el Hijo de Dios, sin mediación de padre humano. Mi cámara de fotos no da para recoger la dimensión espiritual que se respira allí.
Desde el tiempo de los apóstoles hasta hoy mismo continuamente se ha venerado este sitio, y eso lo demuestran restos de tiempos sucesivos, que como la piel de una cebolla, envuelven esa casa gruta, con parte excavada en la roca, con cuevas naturales, con parte elevada en piedra y parte acabada en adobe, cañas, para tejados y ampliaciones. Además hay restos de la iglesia sinagogal con la primera invocación a María conservada (Ave María tallado en una columna en griego -XE MAPiA-, del siglo II), La gruta capilla de Conón s. IV (Conón era un diácono del siglo III, es el último pariente de Jesús de quien se conoce el nombre, murió martirizado en la persecución de Decio), el monasterio bizantino del siglo V, la catedral cruzada destruida en 1263... así hasta llegar a la actual edificación, de pleno siglo XX, del arquitecto Giovanni Muzio. En fin, son pruebas para los más racionalistas de nuestras comunidades, que los hay, tanto que a veces se les desmonta el Evangelio por puro razonar.

Un arcángel divino
entró en la sala,
con roce de ala
por un rincón.
En un momento
de eternidad transido,
paróse el tiempo
en la oración.
Con voz de lino,
brisa de acacia
y son de estrella,
al mediodía,
a la doncella
así le habló...
"Ave, María,
llena de Gracia,
contigo está el Señor..."
"Ave, María,
de la Encarnación".

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