martes, 26 de agosto de 2008

PEREGRINACIÓN A TIERRA SANTA (9). TABGHA

Tabgha era un nombre desconocido para los peregrinos de nuestra expedición. Incluso algunos trabucábamos las consonantes. Nuestra precioso libro-guía de Tierra Santa explicaba que el nombre de este lugar procede del griego "Heptapegón", que significa "siete fuentes", y es que por lo visto por aquí hay numerosas fuentes termales que los bizantinos de los primeros siglos aprovecharon para construir balnearios. Algunas de sus ruinas aún se conservan. Así como los restos reconstruidos de un santuario del año 350, ampliado en el siglo V, embellecido con antiguos mosaicos en el suelo ante la mesa del altar mayor. Este hermoso mosaico refleja un momento sublime en la vida del numeroso grupo de discípulos que iba siguiendo a Jesús Nazareno. Habían acudido a aquel lugar atraídos por la Palabra Viva de Dios. La jornada pasaba y nadie pensaba en marcharse, su hambre y su sed del Dios vivo, su deseo de ser sanados, de ser consolados en sus ajetreadas vidas, era lo principal, y la comida era más bien un obstáculo. Nadie quería moverse de allí. Pero el Maestro, atento a las necesidades físicas reales de la muchedumbre hambrienta, pide que los apóstoles los atiendan con lo que tengan de comer. Un niño da lo que tiene, cinco panes de cebada y dos peces. Había mucha hierba en aquel suelo regado por siete fuentes.
Y aquí nos bajamos del autobús en la siguiente parada de aquella mañana del 1 de julio. La ropa se nos pegaba al cuerpo por el calor. Solo eran las diez de la mañana en Israel, pero eso equivale más bien a las doce o a las dos de la tarde en Córdoba o Sevilla, desde el punto de vista de "la calor". La humedad de la gran olla que es el lago, por debajo del nivel del mar, nos iba pringando la frente debajo de las gorras amarillas. Nuestra estancia en el monte de las Bienaventuranzas nos había resultado excesivamente corta, pero la programación de fray Pedro nos obligaba a estar a las diez aquí.


"-¿Cómo dice que se llama? ¿Tajba o Tabja o Tagba o...?
- Tabgha
- ¿Y qué dice que pasó aquí?
- Calla y no te pares, que perdemos al guía.
- Pero ¿dónde se ha metido Gabriel? Santiago, tú aquí conmigo, te dejo la cámara para que hagas fotos y no te aburras, ¿vale?
- Papá, ¿has visto los peces de colores?
- Ya estoy aquí, estaba en... ya sabes.
- Sí, es que no da ni tiempo..."

Antes de que los peregrinos se hubieran sentado en los bancos del santuario benedictino, fray Pedro ya estaba explicando no sé qué de un mosaico y de una piedra -¿Cómo, eh? ¡Ah sí, bajo el altar!- en la que Jesús colocó los peces de la multiplicación, y ya estaba leyendo el pasaje evangélico que venía a propósito, y sin decir siquiera al final "Palabra del Señor" ya estaba explicando nuevos datos turísticos y queriendo llevar a la gente hacia el famoso mosaico de la cesta con los panes y los peces y otros muchos detalles procedentes...


- ¿Del Nilo?
- Sí, es que se ve que lo hizo un artista egipcio, y por eso introdujo elementos típicos de su región, como aves de allí y un "nilómetro" para medir las aguas de su río...


Pero algunos nos resistíamos a confundir peregrinación y turismo. Nos mantuvimos un ratito en oración, con la música de la pequeña guitarra Washburn Rover... No podemos caminar con hambre bajo el sol... Estaba siendo difícil conseguir el clima espiritual necesario para profundizar en las cosas desde dentro del alma. Vaya mañana de prisas. Mi cerebro se estaba llenando de contrariedades... Danos siempre el mismo pan, tu cuerpo y sangre, Señor... También para muchas personas que te seguían aquellos días, y que estaban aquí sentadas en aquel instante precioso, el milagro se convirtió en fuente de contradicción. ¡El Mesías nos da de comer hasta saciarnos! ¡Proclamémosle Rey! Pero eso no era lo que Tú, Señor, querías, había que parar aquel fervor equivocado. Hay que pasar a otro plano... ¿Y para los apóstoles? "Dadles vosotros de comer" les dijiste, nos dijiste, nos dices hoy también, Señor.
- Aquí tenemos tan solo cinco panes de cebada... Sueldos poco más que milieuristas, o pensiones de jubilados, o una beca... o tan solo algo de tiempo libre...

Así que nuestra obligación como discípulos es unir de forma adecuada la asistencia material con la asistencia espiritual. Jesús miraba a aquellas personas como ovejas sin pastor. Y así el mundo de hoy. Pueblos excluidos de la mesa del reparto de los bienes económicos. Personas desplazadas por las guerras, los conflictos, las persecuciones, las grandes carencias económicas, exiliados, inmigrantes... "A los pobres siempre los tendréis entre vosotros", nos avisaste, Señor. Es fácil escoger a quien sea para ayudarle... para ser solidario en lo material y para anunciarle el Evangelio, en lo espiritual.
- Aquí tenemos dos peces, a disposición de todos, para compartir. Somos una comunidad más bien torpe y no muy numerosa. No gestionamos un gran balance de cuentas, pero lo poco que ahorramos lo pondremos a que reste un interés solidario... Y nunca dejaremos de ofrecer la Palabra de Dios a los hambrientos, a los vacíos, a los hastiados, a los que sufren...
-¡Vamos, vamos, que no podemos estar aquí todo el día! -dice fray Pedro a los diez minutos.
-¿Papá, has visto el mosaico?
-Bueno, es que me he quedado sentado tocando la guitarra y orando...
-Vaya, en fin, le he hecho fotos.
-Pues entonces lo veré en Sevilla.
- ¡Vamos, vamos, por aquí, deprisa, vamos! -fray Pedro, con cariño, nos va contando, treinta, treinta y uno, treinta y dos... como un buen pastor a sus queridas ovejas, treinta y tres... que no se pierda ninguna...

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