sábado, 26 de julio de 2008

PEREGRINACIÓN A TIERRA SANTA (1). PREPARACIÓN


Los miembros de las comunidades y grupos "Con Vosotros Está" fuimos convocados a hacer una peregrinación a Tierra Santa. Era el encuentro anual de cuaresma, en la casa de espiritualidad de Betania (Córdoba), y Paco Molina, nuestro sacerdote fundador, nos animaba a todos a realizar esa peregrinación, pero llevándola a cabo según el "estilo" de "Con Vosotros Está". Es decir, no se trataría de un simple viaje turístico, ni siquiera de una "peregrinación estándar".
Desde ese mismo momento, yo empecé a soñar con ese viaje. Se me metió entre ceja y ceja que debería ser una peregrinación de toda mi familia unida: Paqui y yo, pero también nuestros hijos Gabriel y Santiago. Había varias dificultades que resolver: el dinero (más de 1300 € por cabeza, las fechas (se iniciaba el viaje antes del 30 de junio) y la actitud de los niños ante el asunto (yo no sabía si ellos a su edad -14 y 12 años- podrían estar preparados para "tanta espiritualidad").
Paqui, por su parte, estaba inmersa en todas sus actividades laborales y su propio estrés connatural. Ella no era capaz de pensar que pudiera obtener ni permiso para ese lunes 30 de junio. Aparte, como este año había convocadas oposiciones de Secundaria, nos temíamos que nos pudiera tocar ir de miembros de tribunales -pues había muchos de Lengua y Literatura y era fácil que estadísticamente nos cayera "la suerte". Así que el asunto no parecía fácil en principio.
Se fue desarrollando el trimestre entre cuaresma y fin de curso. A mí me operaron la garganta y estuve un mes de baja, al principio con muchísimos dolores, incapaz de leer. Entre medias recibimos la triste noticia de que el Centro de Arte de los Cabos tenía que cerrar. Y así, entre dolores físicos y espirituales, tuve la amable visita de nuestro querido "pastor" Paco Molina. Él estaba preparando con enorme dedicación toda una serie de materiales, unas guías, un cuaderno de viaje... y me pedía que le ayudara a añadir una selección de mis canciones comunitarias, para Tierra Santa. Lo cierto es que yo estaba fatal ese día y no fui capaz hasta muchísimo después de darle las letras de esos cantos. Incluso sentía pesar de tener que "trabajar" en eso. Él, por su parte, estaba preocupado porque algunas personas de las comunidades no estaban respondiendo positivamente al deseo de ir. Sobre todo en Lucena, donde el Movimiento es mayoritario. En cambio, la gente "recién" incorporada de Muriano, y otros de la Parroquia, más amigos y familiares estaban a la expectativa. A mí me animó mucho saber que de la comunidad de Córdoba íbamos la mayoría, y los de Posadas (genial) y un pequeño goteo de de Villa del Río, Lucena, Rute, Encinas Reales... En fin, podríamos ir al menos representación de cada grupo y comunidad, y además gente de todas las edades y condiciones: niños de 12, 14, jóvenes de 20, casados, viudas, solteros... hasta ancianos de 76 y 78 años. Personas muy crecidas en la fe y en la experiencia comunitaria y otras en las que todo iba a ser preguntas, o incluso dudas.



Aprovechando la visita de Paco Molina, hicimos la primera aportación económica, con la promesa de que si nos tocaba ir de tribunales de oposiciones nos devolverían el dinero. Cuento todos estos datos porque me parece que el sentido comunitario del viaje, para mí al menos, se confirmaba poco a poco. Paco en ningún momento dejó de contar con que iríamos, y allí estaba pidiéndome que fuera con cantos y con guitarra. Y este asunto, el de la guitarra, iba a ser otro problema. No es fácil llevar una guitarra en un avión y, si se refuerza mucho el tema del estuche, luego tampoco es cómodo ni mucho menos ir de acá para allá cargado con ella como un peregrino.

Sin embargo, cada pequeño detalle iría entrando en su oportuna solución:

Pudimos reunir todo el dinero necesario: casi todos nuestros ahorros (5600 €). No nos tocó lo de las oposiciones -aunque sí a muchos compañeros de Instituto-. Paqui y yo conseguimos el permiso para el dichoso 30 de junio, pues no nos pusieron el claustro de fin de curso ese día, sino el viernes anterior. Logré el ánimo suficiente para mandarle a Paco los cantos (ay, cuánto nos alegramos todos por esos cantos y por su insistencia para que estuvieran ahí, en cada oración y celebración). Los niños, por su parte, tras ver el programa de peregrinación, dijeron que querían ir, pero que misas solo los domingos. Les hacían ilusión más bien detalles anecdóticos: viajar en avión, un país lejano, el Mar Muerto, las cosas de Romanos y Judíos y Musulmanes... las fortalezas de los Cruzados y, claro, ver de verdad lo que habían visto en la película de personajes de plastilina "El Hombre que Hacía Milagros" (porque la Pasión, de Mel Gibson, aún no se la hemos dejado ver). Gabriel, el mayor, tenía más inquietud espiritual, formulada a su modo. Santiago, el pequeño, expresaba su acuerdo sin profundizar demasiado. Lo cierto es que para evitar que se aburrieran en los trayectos de Bus y Avión, en España e Israel, iban a llevar el equipo imprescindible para los adolescentes de hoy: Video Juegos, Mp4, Mp3, incluso un portátil, para descargar las fotos y usar en el hotel durante las reuniones de los mayores.

Quedaba lo de la guitarra: finalmente encontré por 200€ un modelo de viaje, Washburn Rover, del tamaño de un charango o un timple canario, casi sin caja de resonancia, casi solo el mástil, pero guitarra al fin y al cabo, con cuerdas de acero, con un buen sonido agudo y metálico, casi de banjo, y con una funda resistente y ligera, ideal para el avión, el bus y, sobre todo, caminar con ella a la espalda.

De modo que, terminados los claustros de fin de curso, y preparadas las matrículas de los niños en su Instituto -pues para colmo de nerviosismo el período de matriculación coincidía con el tiempo en el extranjero-, todas las gestiones hechas con precisión matemática y enorme estrés en la mañana del viernes 27 de junio. Nos pusimos a hacer las maletas para doce días (los diez de Tierra Santa más uno por cada lado en Córdoba) entre esa tarde y la mañana del sábado. Salimos de Sevilla sobre las 13h30. Llegamos a casa de mi suegra a la "hora de nona". Para ese momento, tras tanto esfuerzo de final de curso de los padres profesores y de los hijos estudiantes, y tras tanto ajetreo hasta vernos en el coche y finalmente en el punto de partida, Córdoba... lo cierto es que lo que menos nos apetecía era salir a las doce y media de la noche en un incómodo autocar para estar en el aeropuerto de Barajas antes de las siete de la mañana. En ese momento, el viaje a Tierra Santa era cualquier cosa menos un viaje de placer.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Espero con impaciencia la continuación. No te puedes imaginar cuánto me ayuda ver de cerca vuestra experiencia de fe.

Cada vez me queda más claro que, cuando algo debe hacerse, algo debe suceder, la divina providencia está presente.

Un beso grande.