El canto El Lenguaje de las Flores es una oración a Dios Padre. Busca el desarrollo vocacional personal, para dar fruto ante los ojos de Dios. Parece adecuado para escuchar más que para cantar, pero si hay grupo puede intervenir en los estribillos.
La idea del lenguaje de las flores abarca varios aspectos: el mundo de los olores, con sus sugerencias indefinidas e infinitas; los colores, con su variada simbología; la belleza de las flores, su fragilidad. Por último, está su fin, que es dar fruto; pero también lo es la miel que elaboran las abejas. Aparte de todo esto, la floración suele suceder en tiempo pascual y en Andalucía hay mucha celebración de la Resurrección expresada con las flores: Cruces de Mayo, cármenes (jardines granadinos), patios cordobeses, batallas de flores, etc.
También se le llama flores a los poemas (“carmina” en latín, “antos” en griego, de ahí la palabra “antología” (reunión de flores).
Se cree que el lenguaje de las flores entre los amantes comenzó en Constantinopla en el año 1600 y fue llevado a Inglaterra en 1716. El interés se propagó a Francia, donde se escribió el libro Le Langage des Fleurs, que se consideraba un libro bastante atrevido.
Entre todas las flores se destaca la rosa, que en sí misma es todo un universo simbólico. En la canción apenas se apuntan tres significados, pero son muchísimos más.
A ello se suma que en los iconos y en las imágenes de santos y santas, muchos de ellos aparecen con flores, que también nos hablan de Dios y del amor, pero trascendiendo los sentidos. Hemos escogido dos: la Virgen de la Antigua, que lleva una rosa y a su hijo en brazos (“rosa duplicada”).
Muchos santos nos ofrecen sus “florecillas” de vida, y las colecciones de biografías de santos se suelen llamar florilegios. Y en relación con el tránsito al Cielo de los santos se habla del “olor de santidad”.
De ahí que el cristiano se plantee por el sentido de su “flor” o vida. Cada uno se puede identificar con la flor que más le guste o a la que más se parezca. En el texto el autor se identifica con el Cardo Común. Las cerrajas son esas altas flores amarillas que crecen junto a los cardos. Son flores fuertes, pero sin olor y sin encanto… sin embargo, a los ojos de Dios, incluso estas flores feas pueden servir para jugar (los vilanos son las volanderas semillas del cardo, con las que juegan los chiquillos).
La imagen de Dios jardinero, o de Jesús hortelano, es una imagen de Resurrección y también de exigencia (como a la higuera, se le da un año más a prueba).
Como canto-catequesis puede prescindir, si acaso de las estrofas 3 y 4, para abreviar y no abrir demasiados temas. La idea es trabajar en un contexto de naturaleza o de retiro en un entorno bello, y que cada cual, tras recolectar flores, se identifique con alguna de ellas. Si esto no es posible, entonces se puede hacer con fotos, con una guía de flores silvestres o de jardín, etc. La propuesta es, partiendo de las flores, sus olores y colores, expresar la vocación personal, las dificultades (las necesidades de agua y riego), los pecados (o espinas), etc.
Una tarea divertida puede ser identificar imágenes de Nuestra Señora en relación con las flores u otros elementos que portan en sus manos. O bien las santas y santos.
El canto vale para la Eucaristía (meditacional) seleccionando la estrofas más adecuadas y para oraciones comunitarias. Como canto-oración también nos podemos quedar sólo con el estribillo, como mantra repetitivo.
Este es el Blog de José-Manuel Montesinos Suárez, compositor y trovador, poeta y juglar, humilde cristiano que anda buscando la expresión poética al servicio de la escucha de la Palabra de Dios... La unión de música y poesía, la contemplación de la entrañable misericordia de Dios, de la bondad, la verdad y la belleza, la amorosa lucha por la Justicia y la Paz, una mirada mística a lo cotidiano... El Evangelio es la Buena Noticia que necesitamos hoy...
1 comentario:
Excelente articulo, gracias por compartirlo
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